La esclerosis múltiple afecta a cada persona de forma diferente. Los síntomas de la enfermedad también pueden variar con el tiempo. [1]
Aunque algunos de estos síntomas pueden resultar evidentes para las personas de tu entorno, habrá otros que los demás tal vez no vean.[2][3] Por ese motivo, resulta importante comentar estos síntomas «invisibles» y ocultos con el médico para poder tratarlos mejor.[1]
Cansancio extremo o falta de energía que pueden afectar a la capacidad para realizar las actividades en casa o en el trabajo. Esta sensación de cansancio incluso persiste después de descansar o dormir.
Una sensación de entumecimiento en la cara, el cuerpo o las extremidades (manos y pies).
La forma de aprender y procesar la información nueva o mantener la atención puede verse afectada por la esclerosis múltiple.
Aunque algunos tipos de dolor son un resultado directo de la esclerosis múltiple y están producidos por el daño en los nervios del sistema nervioso central, otros dolores se deben a los cambios en el organismo a causa de la esclerosis múltiple, como la rigidez o la espasticidad de los músculos.
La visión borrosa o los trastornos visuales son a menudo uno de los primeros signos que presenta una persona con esclerosis múltiple.
Se refiere a las sensaciones de rigidez y una amplia variedad de espasmos musculares involuntarios. Puede producirse en cualquier extremidad, aunque es mucho más frecuente en las piernas.
La tirantez muscular, el entumecimiento, la debilidad y los problemas de equilibrio, entre otras cosas, pueden hacer que resulte más difícil caminar y mantener el equilibrio.
Los efectos de la esclerosis múltiple o el estrés de vivir con ella pueden producir cambios emocionales como depresión, cambios del estado de ánimo o irritabilidad.
Los problemas de vejiga e intestinales son síntomas frecuentes de la esclerosis múltiple, si bien suelen tratarse con cambios en el estilo de vida, por ejemplo, dieta, líquidos y ejercicio.
Los síntomas de la esclerosis múltiple pueden aparecer desde el inicio de la enfermedad y tener una repercusión importante en la vida diaria.
En una encuesta reciente, más de 8 de cada 10 personas que viven con esclerosis múltiple notificaron cansancio o dificultades sensitivas (entumecimiento u hormigueo) en el primer año tras el diagnóstico. Los demás síntomas notificados fueron dificultad para pensar, problemas en la función manual (esto es, la capacidad para realizar movimientos o tareas con las manos), dolor, problemas de visión, espasticidad, problemas de movilidad, cambios emocionales, problemas de vejiga/intestino y temblores.[4][5]
Resulta importante comentar todos los síntomas con el médico para ayudarle a entender cómo es vivir con la esclerosis múltiple y orientarle en las decisiones sobre el tratamiento.
Referencias