Impacto

Impacto

El cáncer de próstata puede tener un gran impacto en la vida del paciente, tanto por sus efectos físicos como psicológicos.

Sus efectos a nivel psicológico están relacionados tanto con el propio diagnóstico de cáncer, como con las implicaciones de su tratamiento.[1]

Impacto en la calidad de vida

La incertidumbre en torno al tratamiento y a la recuperación tras el diagnóstico puede ocasionar al paciente ansiedad y depresión.[1]


El temor a la enfermedad y a una posible recaída también puede ocasionar insomnio, anorexia y pérdida de interés por las actividades cotidianas.[1]

Consecuencias psicológicas del tratamiento

La sola elección del tratamiento para el cáncer de próstata puede generar angustia o ansiedad al paciente, que puede tener dudas sobre si ha elegido bien entre las diferentes opciones terapéuticas que pueden existir.[1] Por ello, es fundamental consultar con el médico cualquier duda para una mayor tranquilidad y sensación de control sobre la enfermedad.


También es posible que el paciente con cáncer de próstata experimente cambios en su autoestima y en la imagen que tiene de sí mismo debido a los posibles efectos secundarios del tratamiento elegido.[1]


La vergüenza o la falta de confianza para hablar de sus miedos o preocupaciones puede llevar al paciente con cáncer de próstata a aislarse y, como resultado, sus relaciones sociales, tanto con la familia como con sus amistades, pueden verse afectadas o alteradas.[2]

Ansiedad PSA

Existe un tipo de ansiedad relacionada con el cáncer de próstata, que se conoce como “ansiedad PSA”. Puede aparecer durante la espera de los resultados del test de PSA en sangre o cuando estos muestran que el nivel ha aumentado, aunque sea de forma ligera.[1]

Cáncer de próstata y vida sexual

Algunos aspectos sexuales del paciente se ven afectados con el tratamiento, ya que a menudo genera efectos secundarios como:

  • Disfunción eréctil.[2]
  • Eyaculación precoz.[3]
  • Dolor o malestar durante el sexo.[2][3]
  • Falta de deseo sexual.[2][3]
  • Orinar durante la eyaculación, debido a la incontinencia urinaria.[4]
  • Eyaculación retrógrada, es decir, eyacular “hacia adentro”, de forma que el semen no se expulsa o bien sale en una cantidad muy pequeña.[4]

Además de estas consecuencias físicas, el paciente puede sentirse avergonzado e incómodo y sentir amenazada su masculinidad. Para contrarrestar esta situación, es importante normalizar estos efectos y facilitar la comunicación con la pareja.[2]

Reincorporación laboral

El paciente puede desear la vuelta al trabajo después del tratamiento del cáncer de próstata como una forma de recuperar la normalidad, así como de mantener sus ingresos y su estructura social.5

Posibles complicaciones

Pueden existir complicaciones que dificulten la reincorporación al trabajo tras el tratamiento contra el cáncer de próstata, como:5

  • Exigencias físicas, en caso de que el paciente tenga un trabajo que le requiera esfuerzo físico (construcción, deporte, etc. ).
  • Un entorno laboral poco favorable, tenso, que no propicie el bienestar físico y emocional.
  • Condiciones laborales poco flexibles, sin alternativa de horario reducido.
  • Miedo a perder el empleo, por no tener un rendimiento adecuado o porque su empresa no le permita solicitar una baja en caso de que la necesite.
  • Malestar emocional, como resultado de algunas implicaciones del cáncer y/o de su tratamiento, como pueden ser: la necesidad constante de ir al baño o de encontrar el tipo de compresa o pañal que resulte más cómodo (en caso de necesitarlo durante las horas de trabajo).

Pedir ayuda

Como el cáncer de próstata afecta a la vida íntima del paciente, este puede manifestar dificultades a la hora de pedir ayuda psicológica, e incluso es posible que no conozca qué posibilidades tiene a la hora recibir este apoyo. A esto se suma el posible miedo o vergüenza a solicitar información sobre el malestar emocional y las dificultades mentales que puede tener ante las nuevas situaciones a las que se enfrenta.[2]

Sin embargo, el apoyo psicológico puede ser de vital importancia para el paciente porque puede:[2]

  • Enseñarle a manejar el estrés derivado de la propia enfermedad y de sus tratamientos.
  • Ayudarle a gestionar emocionalmente los efectos secundarios de los tratamientos.
  • Mejorar su estilo de afrontamiento de la enfermedad.
  • Proporcionarle herramientas para convivir con la enfermedad, manteniendo un papel activo en todo el proceso.
  • Facilitarle habilidades para mejorar la comunicación dentro de la pareja y con su entorno social.

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Referencias

Aránzazu González y Carmen Garcías, “Cáncer de próstata”, Sociedad Española de Oncología Médica, 16 febrero 2021. (Último acceso: octubre de 2021).
Mayo Clinic, “Prevención del cáncer de próstata: Formas de reducir el riesgo”, 24 de septiembre de 2020. (Último acceso: marzo de 2021).
N. Mottet, et al., “Prostate Cancer: Guidelines”, European Association of Urology. (Último acceso: noviembre de 2021).
Asociación Española Contra el Cáncer, “Cáncer de próstata”, AECC. (Último acceso: marzo de 2021).
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