Tratamiento

Tratamiento

Un abordaje multidisciplinar

El cáncer de próstata requiere un abordaje multidisciplinar, lo que significa que su tratamiento debe correr a cargo de diferentes especialistas.

Cabe destacar la principal figura de tres especialidades médicas: la urología, la oncología radioterápica y la oncología médica.[1]

Urología

Especialidad médico-quirúrgica que se ocupa de la prevención, el estudio, el diagnóstico y el tratamiento de las afecciones médicas y quirúrgicas del aparato urinario en hombres y mujeres, así como del aparato genital masculino sin límite de edad, cuando existen problemas o afecciones de carácter congénito, traumático, séptico, metabólico, obstructivo y/u oncológico.

Oncología radioterápica

Disciplina a la que se dedican los médicos especializados en el tratamiento del cáncer de próstata u otros tipos de tumores con radioterapia.

Oncología médica

Especialidad médica que cuenta con profesionales dedicados al abordaje del cáncer con quimioterapia y/u otros fármacos.

Tipos de tratamiento

El tratamiento del cáncer de próstata dependerá del estadio del tumor y de su riesgo, de la edad del paciente, de sus comorbilidades (otras enfermedades o afecciones) y de su fragilidad.[2]

En la elección se tendrán en cuenta las probabilidades de éxito, sobre todo si se trata de curar el cáncer de próstata, así como de evitar los efectos secundarios que pueda causar el tratamiento.[2]

La toma de decisiones acerca del tratamiento a seguir debe ser compartida entre el paciente y su médico. Este le proporcionará la información necesaria para poder tomar una decisión informada.

Vigilancia activa

En algunos casos de cáncer de próstata, se puede optar por emplear la vigilancia activa, que consiste en realizar una observación minuciosa del tumor sin aplicar ningún tipo de tratamiento, a no ser que la enfermedad muestre signos de crecimiento, cambie su nivel de riesgo o aparezcan síntomas.[3]


El objetivo de la vigilancia activa es evitar el tratamiento inmediato, que puede resultar innecesario, para lograr el momento adecuado para el tratamiento curativo en los pacientes que finalmente lo requieren.[3]


La vigilancia activa requiere visitas regulares al médico, durante las cuales este puede solicitar al paciente la realización de pruebas que permitan vigilar de cerca la posible evolución del tumor. Entre estas pruebas, se encuentran:[3]

  • Análisis del nivel de PSA en sangre.
  • Tacto rectal.
  • Pruebas de imagen como la resonancia magnética.
  • Repetición de biopsias de próstata.
¿Cuándo está indicada la vigilancia activa?

La vigilancia activa suele realizarse únicamente si el paciente cumple los criterios establecidos para la vigilancia activa:[2]

  • En pacientes de avanzada edad o con enfermedades asociadas, se recomienda en caso de tumores pequeños, con baja puntuación de Gleason y un aumento lento de los niveles de PSA.
  • En pacientes jóvenes, se desaconseja la vigilancia activa si tienen tumores grandes, con una puntuación de Gleason alta o con un rápido crecimiento tumoral.
Watchful waiting (espera vigilante)

La espera vigilante (también conocida por su nombre en inglés, watchful waiting) es un tratamiento conservador para los pacientes que se consideran inadecuados para el tratamiento curativo desde el principio.[3]


Durante este proceso, los pacientes son “observados” por los médicos para evaluar cómo se desarrolla el cáncer de próstata y qué quejas relacionadas con él tienen. El tratamiento en estos casos será paliativo, de acuerdo con los síntomas de la enfermedad y con el fin de mantener su calidad de vida.[3]

Radioterapia

La radioterapia emplea diferentes formas de radiación (rayos X, rayos gamma, partículas) para destruir las células malignas o impedir su multiplicación. La radioterapia puede ser:[2]

Externa

La radiación para intentar eliminar el tumor se aplica por medio de una máquina externa al cuerpo.

Interna (braquiterapia)

Se introducen mediante cirugía semillas radioactivas en la próstata (donde está el tumor) para intentar destruirlo.

Sus efectos secundarios más frecuentes son:[2]

  • Dolor al orinar (disuria)
  • Aumento de la frecuencia de la necesidad de orinar (polaquiuria)
  • Retención de orina
  • Aparición de sangre en la orina (hematuria)
  • Diarrea
  • Hemorragia rectal
  • Inflamación del recubrimiento del recto, a través del que pasan las heces (proctitis)

De forma tardía, puede aparecer también estenosis uretral (cicatriz que estrecha el conducto de la uretra, lo que dificulta la expulsión de la orina desde la vejiga y puede causar problemas en el tracto urinario, inflamación o infección), disfunción eréctil u otros cánceres (vejiga y colorrectal).

Cirugía

La cirugía puede realizarse cuando el tumor se encuentra únicamente en la próstata (no se ha extendido)[2] y consiste en extirpar la próstata y las vesículas seminales por medio de una operación que se llama “prostatectomía radical” y que tiene como objetivo intentar curar la enfermedad.[3]

La prostatectomía radical es similar en todos los casos, si bien existen diferentes formas de realizarla:[3][4]

Prostatectomía retropúbica

Permite al cirujano acceder bien a la próstata, ya que se realiza una incisión desde el ombligo hasta el hueso púbico. Suele requerir que el paciente permanezca en el hospital varios días tras la cirugía.

Prostatectomía radical laparoscópica

El cirujano hace varias incisiones de pequeño tamaño y utiliza instrumentos quirúrgicos largos para extraer la próstata. Puede manejarlos él mismo o bien emplear un panel de control para mover con gran precisión unos brazos robóticos que sostendrían estos instrumentos (prostatectomía radical laparoscópica asistida por robot).

Efectos secundarios de la cirugía

La cirugía puede tener efectos secundarios que afectan a la esfera sexual del paciente, como la disfunción eréctil.[2]

Recidiva bioquímica

Después del tratamiento radical con la intención de curar la enfermedad mediante cirugía o radioterapia, es posible que el paciente experimente una recaída (recidiva del cáncer de próstata).


Cuando en el seguimiento de pacientes tratados de cáncer de próstata localizado y en fase precoz se detecta una elevación mantenida de los niveles de PSA en sangre en ausencia de síntomas, a menudo con los métodos diagnósticos disponibles no podemos detectar metástasis. Entonces hablamos de recidiva bioquímica.[2]

Terapia hormonal

El tratamiento hormonal tiene como objetivo evitar la producción de testosterona, ya que se ha observado que, si se reduce la cantidad de esta hormona, el cáncer puede reducirse.[2]


La terapia de deprivación androgénica puede hacer que los testículos dejen de producir andrógenos (hormonas sexuales masculinas).


Sin embargo, algunas células de otras partes del cuerpo, como las glándulas suprarrenales o las propias células cancerosas de la próstata, pueden seguir produciendo hormonas masculinas, lo que puede estimular el crecimiento del cáncer. [1] De hecho, cuando el cáncer de próstata deja de responder a los efectos de la terapia de deprivación androgénica, puede evolucionar a lo que se conoce como carcinoma de próstata resistente a la castración (CPRC). [2]


En la actualidad, se dispone de inhibidores de andrógenos, que son nuevos medicamentos que bloquean la formación de los andrógenos por parte de estas células y que se administran junto con la terapia hormonal. [1]


En cuanto a los efectos secundarios, la terapia hormonal puede afectar tanto en la esfera física como en la cognitiva. El paciente puede sentir debilidad muscular o perder masa ósea, y puede experimentar sofocos, disfunción eréctil o disminución del deseo sexual. [2]

Quimioterapia

En casos en los que la terapia hormonal no sea efectiva, se puede recurrir a la quimioterapia, que consiste en la administración por vía intravenosa de sustancias químicas para combatir el cáncer de próstata.5


Los efectos secundarios de la quimioterapia pueden ir desde náuseas y vómitos hasta cansancio, pérdida de apetito y mayor riesgo de infecciones, dado que la quimioterapia también puede atacar a las células del sistema inmune.5

Referencias

Miquel Ribera Pibernat (Acción Psoriasis), Vivir con psoriasis y artritis psoriásica. Información y consejos (2020). (Último acceso: febrero de 2022).
Psoriasis 360, “Psoriasis según la localización” Psoriasis 360. (Último acceso: febrero de 2022).
Alan Menter, “Psoriasis and Psoriatic Arthritis Overview”, The American Journal of Managed Care, 22, n. º 8, (2016): 216-224. (Último acceso: febrero de 2022).
Marta García Bustínduy, “Psoriasis genital. Consejos para un tratamiento eficaz”, Revista Psoriasi, n.º 86 (2016): 9-11. (Último acceso: febrero de 2022).
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